ENTREVISTA DEL TRÁNSITO por Ana Velayos (II)
BUSCANDO
EN LA MEMORIA.
P.-En el
libro hay un orden muy claro que consta de cuatro partes bien diferenciadas
dentro de la variedad de la temática y de las formas.
R.- SÃ, soy un obseso de la estructura y de la forma y dedico mucho tiempo
a corregir los textos de los libros y en este poemario cada poema está medido y
ocupa un lugar especÃfico porque tiene que ser asÃ, los poemas han sido
reordenados hasta que han adquirido el lugar que tienen que tener. Cada verso,
cada cita, cada dedicatoria, cada expresión están perfectamente estudiadas;
cuidadas con mimo. Todo está ordenado dentro del conjunto.
Me
interesa que se vea el libro por la pluralidad de temas pero también por la
gran pluralidad de formas que tiene: hay poemas en prosa, poemas más ortodoxos,
poemas muy breves… porque creo que la forma avala lo que yo quiero decir en el
fondo y me parecÃa que era interesante, y también necesario, que si estaba
manteniendo una idea en el fondo, mantenerla también en la variedad de versos.
Si estoy hablando de la diversidad, es decir, de distintos “tránsitos†¿cómo podÃa
reflejarlo de la mejor manera posible? Creo que con la variedad de formas
-poemas extensos, cortos, poemas satÃricos, irónicos…-
me parecÃa que eso era necesario.
Pero
además disfruto mucho organizando un libro, que suele ser la parte más tediosa
para muchos poetas, pero a mà me gusta y le dedico mucho tiempo; cambio,
corrijo una y otra vez hasta que siento que cada poema ocupa el lugar que le
corresponde… porque hay poemas que establecen un diálogo entre ellos, hay temas
que se van sucediendo y el siguiente poema es una continuación del anterior o
una segunda versión incluso del mismo poema o se abre una ventana nueva que
retoma ideas anteriores, etc. Yo he procurado que esté todo perfectamente
medido, que esté todo en su lugar.
P.- En
estos nuevos poemas tienen cabida el paso del tiempo, el pasado, la infancia,
la orfandad, los viajes, el amor perdido… ¿Unas cuantas “obsesiones�
R.- SÃ, toda persona que se siente a escribir tiene sus obsesiones y
siempre le van a acompañar; unas
pueden ir variando, otras desapareciendo o mitigándose, pero hay algunas que inevitablemente te acompañan siempre. Cada uno de nosotros nos vamos formando nuestro propio campo
semántico y en mi caso algunos son los que has enumerado, junto con la
nostalgia, la pérdida, etc. DecÃa Nicanor Parra que “todo poeta tiene la
obligación de nombrar las cosas por primera vez y hacerse su propio
diccionario†y cada uno de nosotros va construyendo su propio diccionario
poético, con las obsesiones que te acompañan siempre y, aunque no quieras, surgen de forma inconsciente y uno las
reconoce.
En mis
textos, de manera inevitable, surge el tema de la orfandad y es el núcleo central
de donde parte gran parte de mi poesÃa, como he dicho antes siempre me pregunté
¿cuál fue la razón por la que yo llegué a la poesÃa?
En gran parte por esa orfandad, buscando una especie de padrinazgo que la poesÃa me proporcionó. Un tema que ha aparecido de forma natural después de tantos años. Realmente llevaba muchos años intentando escribir sobre la figura paterna y la orfandad y no salÃa nada. De repente, de cuatro o cinco años para acá,
se convierte en el núcleo
central de lo que escribo porque la poesÃa requiere su tiempo y tiene su propio
proceso.
P.-
Precisamente ese paso del tiempo te ayuda a hacerte preguntas. ¿Lo interesante de la vida es que siempre hay que
seguir buscando?
R.- Desde luego y la poesÃa es una permanente pregunta, nos invita a
preguntarnos constantemente. No sé si encontramos respuestas, o no sé si
encontramos las respuestas que necesitamos, pero estamos en un momento en el
que al menos necesitamos hacernos las preguntas. Quizá las respuestas las
iremos encontrando poco a poco, pero necesitamos preguntarnos y la poesÃa, en
ese sentido, es una permanente pregunta, nos cuestiona constantemente.
Un poema
yo creo que es como una pregunta. Al final uno se da cuenta que no está
terminado, que podrÃa haberlo dicho de otro modo. Un poema es una especie de
esbozo, una pregunta que te lleva a otra y ese segundo poema a otra pregunta y
toda una obra en el fondo es una pregunta; cualquier gran obra de un poeta es
un inmenso enigma.
La
búsqueda es lo interesante. La poesÃa es como un ejercicio de interrogación,
nos obliga a interrogarnos. Las respuestas luego cada uno las encuentra o las
va dando forma, pero la poesÃa, como premisa, tiene la obligación de
preguntarse, de cuestionar.
P.- La
primera parte del libro “Tránsito hacia el tiempo†es formalmente la parte más
extensa y, desde el punto de vista del contenido, quizá la más intensa. ¿Hay que
mirar hacia atrás? ¿Merece la pena, como dices en uno de tus versos, hacer ese “esfuerzo en la memoria�
R.- Voy a tratar de explicarlo sin que suene contradictorio. No soy una
persona nostálgica o que defienda que cualquier tiempo pasado fue mejor sino lo
contrario, pero, a la vez que digo eso, creo que para un poeta es necesario,
obligatorio e inevitable revisar su pasado porque nosotros contamos casi
exclusivamente con la memoria, que es nuestra principal herramienta. Por tanto,
cuanto más profundo seamos capaces de escarbar en ella creo que más hallazgos
vamos a encontrar.
Esto lo
explica muy bien Joan Margarit que dice que un poeta es como una especie de
minero que desciende a un lugar oscuro, a una mina muy profunda y con poca luz,
y alumbrando los rincones a veces encuentra pepitas de oro y hallazgos
increÃbles y otras veces no. Los mejores hallazgos de la memoria suelen estar
muy profundos y hay que atreverse a bajar hasta esos abismos.
Por eso,
la nostalgia es ese ejercicio que consiste en revisar tus recuerdos, emociones
y obsesiones del pasado, que nos acompañan en el presente porque nos van a ayudar a estar mejor en el futuro.
Hay que volver
al pasado como ejercicio poético nada más pero no en la vida. El pasado no es
el lugar donde hay que habitar sino todo lo contrario.
Además
los poetas jugamos con la ficción, igual que un novelista o que un dramaturgo
y, en mi caso, me resulta más interesante la “tragediaâ€, quizá de ahà esa
retorno al pasado, que un poemario única y exclusivamente feliz, aunque estoy
desde hace un tiempo a esta parte escribiendo textos humorÃsticos y me interesa
mucho esa faceta poética. Pero en esta trilogÃa el ambiente que yo querÃa crear
era éste precisamente…
P.- El pasado, sus restos y sus señales en la memoria son una constante en esta primera parte. Esa
nostalgia en estado puro ¿es alimento para la poesÃa?
R.- Esta respuesta también puede parecer ambigua porque tiene algunos peros
y sin embargos… La poesÃa es el terreno donde yo me concedo ser más triste de
lo que soy en mi vida real y me concedo más amargura y más nostalgia que en mi
dÃa a dÃa porque en ella eso no me sale, no me funciona, no es práctico para
vivir, uno no puede estar viviendo su vida de esa manera, a mà al menos no
sirve.
Por
tanto, de algún modo, eso es como una concesión que yo me hago y lo más
profundo de lo más profundo que hay en mà es ese poso triste o esa amargura que
sale espontáneamente con la poesÃa en algún caso, aunque no siempre. Pero
cuando sale yo no lo obstruyo, no lo controlo, me parece que es interesante
para escribir porque salen textos que a mà me resultan intensos.
Y, por
otro lado, y esto quiero recordarlo siempre, es que la poesÃa es un género de
ficción y, por tanto, hay cuestiones que están alteradas, transformadas,
modificadas para el formato poético.
La
poesÃa siempre se ha identificado con algo real y biográfico y no es asÃ
estrictamente.
P.- En
estos primeros poemas hablas de un tránsito hacia atrás en el tiempo.
R.- SÃ, en el libro el tránsito es hacÃa atrás, de búsqueda en los
orÃgenes, de paso del tiempo. Concretamente es tomar conciencia de ese paso del
tiempo. La poesÃa es un “gran caer en la cuenta†y, en algo tan obvio como que
el tiempo pasa, la poesÃa nos ayuda de alguna manera a recuperar lugares y
personas que quizá de otro modo no son recuperables y los perderÃamos para
siempre. Esa pérdida serÃa irreparable y, por tanto, perderÃamos muchos matices
de nuestro presente y de nuestro futuro que es lugar al que queremos
dirigirnos.
Permanencia
en el Tránsito me ha permitido hacer revisión de muchos lugares y
acontecimientos. Algunos de esos lugares son sagrados y también algunas
personas, algunas de las cuales por desgracia ya no están. Conviene, aunque sea
doloroso, sentarse y hace cuentas con ellas, acercarnos a ellas, mirarles,
escuchar lo que nos tienen que porque es un tesoro lo que nos dan y, si no lo
escuchamos, lo perdemos de por vida. En estos poemas he escuchado la
importancia de determinados lugares y personas que han condicionado mi forma de
entender la poesÃa, el mundo y mi relación con los demás. Creo que si no les
escucho estoy siendo injusto con ellos; estarÃa siendo olvidadizo, y creo que el
olvido no es un buen lugar para escribir poesÃa.
P.- De
hecho, uno de los temas principales de este libro es la infancia y escribes en
uno de tus poemas que sientes “predilección por la nostalgiaâ€. ¿Se escribe mejor desde el recuerdo?
R.- Le da un barniz intenso porque todo el mundo ha sentido, por ejemplo,
la pérdida de la infancia. Eso es algo que nos identifica a todos y a todas en
cualquier lugar, en cualquier época, y eso hace que la poesÃa sea extensible a
todo el mundo. De modo que la pérdida de la infancia, y de ese paraÃso que
supuso la infancia para muchos de nosotros que tuvimos una infancia muy
afortunada, y todo lo que supuso esa ruptura, es un sentimiento que cualquier
persona entiende y eso te permite que tu poesÃa tenga un recorrido largo y lo
que yo espero es que también sea profundo. Y espero también que esa sensación
llegue a todos porque creo que todo el mundo la puede entender para poder
rescatar ese paraÃso que de alguna manera nos ha conformado a todos nuestra
personalidad.
La gente
que hemos tenido la suerte de tener una infancia buena y muy feliz tenemos un
tesoro que nadie ya nos arrebata y vas por la vida con ese regalo escondido en
tu interior, que te hace más fuerte. Es un lugar al que volver, en el que
refugiarse de la intemperie del mundo. Es un privilegio contar con paraÃsos, a
pesar de que sean paraÃsos perdidos, porque no tienen posibilidad de
recuperación, a los que puedes volver a través de la poesÃa, como es mi caso.
Entonces,
en un ejercicio de nuevo ambiguo: recuperarlo para perderlo o recuperar algo
que está perdido y que es irrecuperable pero sà puedes tenerlo durante breves
momentos. Y algo tan importante se consigue a través de la poesÃa y a través de
la memoria, de este modo podemos de nuevo habitar en ellos.
P.- ¿Y la memoria dulcifica los recuerdos, mitifica los
lugares donde estuvimos y embellece a las personas?
R.- La memoria transforma los propios recuerdos. Incluso en algunos poemas
que estoy escribiendo ahora he tratado a la memoria de “mercenariaâ€. Hay que
tener cuidado con ella porque evidentemente transforma las cosas pero en la
poesÃa eso no es tan importante. No es tan importante si algo sucedió o no
verdaderamente sino que la forma en la que yo lo he escrito es la forma en la
que yo lo recuerdo. Nos basta, no nos interesa tanto si coincide o no con la
veracidad de los hechos sino que en el fondo sabemos que no coincide. De hecho,
sabes que muchas sensaciones son distintas porque en el momento de escribir un
poema trasformas la realidad. Como poeta, lo que me interesa es recuperar una
sensación de un acontecimiento concreto, de una persona, de un lugar… Lo que
los poetas tratamos de hacer es una mÃnima recuperación, un pequeño esbozo de lo que pasó allÃ,
que no tiene por que ser lo que ocurrió realmente. Y en esa ambigüedad de nuevo se mueve la poesÃa: la poesÃa
no es lo que ocurrió sino lo que uno recuerda que ocurrió.
AhÃ
entran en juego modificaciones, transformaciones, alteraciones, exageraciones,
reducciones… y todo eso hace que la poesÃa sea mucho más hermosa.
RESCATAR
EL TIEMPO.
P.-
Estos versos también están repletos de evocaciones y simbolismo como cuando
dices que “envejecemos siempre en septiembreâ€. ¿El final de una época?
R.- Asà es. Coincide con el final del verano, que ya es de por sà nostálgico
y duro, y además se trata de un mes simbólico que representa el final de una
época. Hay un poema de Jaime Gil de Biedma que se llama “Las afueras†que habla
de la vuelta a una ciudad a finales de verano y de cómo uno se da cuenta de que
ese momento es el final de una época, que ya no se va a tener ese verano eterno
-que son siete u ocho veranos de la vida que se suceden uno tras otro y uno no
recuerda en la cronologÃa, sino que parecen formar parte del mismo verano, que
parece un único verano o un verano eterno-. Hay un momento en que esa sensación
se pierde y llegan los septiembres…
Septiembre
implicaba el olor de los libros forrados para ir al colegio, las carteras, las
ofertas de las tiendas… y, más adelante, supone tomar decisiones que te están
llevando a otros lugares que no son los de la infancia. Septiembre es el mes de
“la toma de decisionesâ€, cuando simbólicamente hay que coger las carteras,
desempolvar los libros y volver a la realidad que solÃa ser más dura que la del
verano, donde no habÃa horarios y todo era luz, juego, aventura…
Entonces
es un mes que coincide con la vuelta a las obligaciones y eso a mà me sigue
ocurriendo ahora y de hecho estoy escribiendo muchos poemas en esa lÃnea: la
vuelta a una ciudad por las carreteras de septiembre implica la vuelta al
trabajo, a determinados asuntos que hemos dejado en suspenso. Septiembre es un
mes simbólico; llega el otoño,
incluso el frÃo,
y llegan las decisiones, llegan las obligaciones, llegan las oficinas y llegan
los “trajesâ€
que desempeñamos
todos en nuestra vida.
P.- Un
tiempo en el que escribes que “las ausencias regresan trayendo su dolorâ€. ¿Las ausencias están
siempre presentes?
R.- SÃ, hay ausencias que son más presencia que las propias presencias. Hay
personas, que están con nosotros pero que no tienen tanto calado ni tanta
profundidad en nosotros como algunas personas que ya están ausentes…
P.-
Están tan presentes que algunos de tus versos son más presencia que ausencia a
pesar de estar ausentes….
R.- SÃ, de nuevo la ambigüedad… que es el terreno en el que se mueve la
poesÃa. DecÃa Shelley que “los poetas son los únicos legisladores del mundoâ€.
Desde luego, creo que son legisladores de lo invisible, los poetas tienen la
capacidad de legislar lo intangible; aquello que no se ve… La poesÃa tiene la
capacidad inmensa de profundizar en lo que no podemos ver y de hacerlo visible
y estas “ausencias presentes†o estas “presencias ausentesâ€, que son cuestiones
invisibles, se hacen legibles y entendibles a través de la poesÃa. PodrÃamos decir
que la poesÃa legisla sobre la ambigüedad.
P.- Lo
intangible como las miradas y gestos que se dan en el seno de las familias y
que escribes que son los que muestran la esencia de lo que realmente son…
R.- Me interesan mucho las herencias de la familia; las herencias no
materiales, intangibles, que se descubren en gestos y en palabras. A medida que
uno va creciendo se va dando cuenta que va reconociendo a sus padres o a sus
abuelos en el espejo… Y vas viendo como hay gestos que nosotros considerábamos
que no habÃamos heredado y, sin embargo, se revelan muy claros en el espejo y
uno acaba acercándose a su padre o a su hermano mayor… y esas herencias que
están ahà en el pasado, y se van trasmitiendo de generación en generación, uno
puede verlas en las personas de tu familia que te rodean y en ti mismo… Y hay
como una especie de hilo conductor en cada familia.
Me
parece una idea interesante porque de alguna manera emparenta a todo el mundo.
Hay herencias compartidas, y no sólo con la familia que lleva tus apellidos,
sino que incluso llegas a lugares donde se puede detectar esa herencia por la
forma de entender las relaciones y de estar en el mundo. Es una herencia
invisible. DecÃa J. Donn, y yo lo utilizo para uno de los poemas del libro que
“no te preguntes por quién doblan las campanas, las campanas doblan por la
Humanidad enteraâ€.
P.- Señales que también conservas en tu ciudad, a la que has regresado en este poemario. ¿Hay un momento en la vida el que hay que salir para
después volver con más serenidad?
R.- En el fondo lo que subyace es que la ciudad, en sentido metafórico, va
con nosotros y no podemos huir de ella -entendida como el lugar del que uno
quiere marcharse a una determinada edad- porque la llevamos dentro pero es que
además es necesario volver en un determinado momento para hacer las paces con
la ciudad que es hacer las paces con uno mismo. La ciudad, y todo lo que ella
supone, te acompaña, va
contigo y además
hay un momento de tu vida en el que vuelves fÃsicamente pero también vuelves en otros sentidos. Por tanto, creo que de nuevo es una
temática extensible a muchas personas porque ¡quién
no ha querido huir en algún
momento! puede ser de la ciudad, de uno mismo, de su familia, de su pareja…
La huÃda
es un tema literario: marcharse y en algún momento regresar para encontrarte sobre todo contigo mismo.
P.- Recurres al cine y la música porque en tus poemas se pueden adivinar
muchas de tus pasiones…
R.- SÃ, claramente. La poesÃa se alimenta de todo, desde lo más cotidiano hasta lo más sublime que podamos ver porque somos el resultado de muchas experiencias estéticas. Por eso son tan importantes las canciones que escuchamos, el teatro que vemos, o los cuadros que contemplamos… pero también cualquier situación cotidiana. Hay experiencias estéticas que son muy intensas y, en concreto, la pintura y la música a mi me conmueven… siento infinidad de sensaciones cuando escucho una canción, es un rito, una necesidad… lo