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Prensa

TARÁNTULA. Revista cultural. Lecciones de orfandad, Miguel Velayos

Fecha de publicación: 28/04/2015
Por JAVIER CRISTÓBAL

Hay libros que respiran en un cielo muy alto. Algo así como libros de un azul que sólo se encuentra en las cumbres. En la orfandad y en el dolor hace frío.  El aire casi no se deja meter en los pulmones de tan puro y la luz puede arrebatarnos los matices. Pero Miguel Velayos es un experimentado montañero, así que no tiene prisa. Sabe que el don sólo existe en la entrega, en la mano abierta de un modo tan terriblemente generoso que admita su propio aniquilamiento. Donde otros hablan de sí mismos, Velayos habla de lo que ha aprendido, de las palabras que el dolor ha ido cincelando en lo que ya es abismo.

 

…La memoria es un niño que tiende a la intemperie

porque de ella ha venido a través del fracaso. Frente al olvido tú,

frente a la muerte tú, inmensa disciplina de escribir,

albergue siempre abierto para un  niño…

 

Lo difícil es saber retirarse y permanecer al mismo tiempo para poder dar cuenta de lo que nos traspasa. No es la carne lo que importa, sino la herida anterior a ella. Allí se encuentra el verdadero aprendizaje del dolor. De otro modo, a lo sumo, realizamos interminables inventarios de síntomas que no pueden arrojar más luz que la de un yo hipertrofiado que se queja en diferentes formas métricas de sus inadmisibles derrotas. Hacen falta la generosidad y la honestidad altas de un poeta como Miguel Velayos para habitar el mediodía

 

 

La experiencia directa del dolor

se avino con nosotros después de cierta edad,

trayendo por su inercia una oscura nostalgia

del cuerpo que se fue…

El dolor es así, una casa vacía de acogida

que sólo tu silencio llenará, que solo con tu noche

sabrá buscar la fe, al menos, un secreto

de alguna identidad que también

eres tú.

No se puede volver.

El dolor está en ti, sumido entre las aguas

de tu vida, pujando por llevarte a la corriente.

Forma parte de ti, respira con tu aire,

Incluso se adjudica las horas que conforman

tu alegría… No quieras golpearlo, ni alejarlo de ti,

ni repudiar su rostro entre tu piel, ni gritarle al oído

su soledad de huérfano, esa vida eres tú, esa noche

que afila los cuchillos también te tocará, ese grito de

monstruo, esa cama de loco o de tullido se han hecho

para ti. No se puede volver, el dolor eres tú,

y detrás su misterio, y después, la alegría…

 


Hace falta oxígeno para seguir entregado a la vida allá arriba. El aire se enrarece y ya ni siquiera hay sitio para el descanso vegetal o la discontinuidad del sonido. Todo es transparencia vertical y vacío

 


Mi apellido es de piedra, y mi nombre es de piedra,

y mi sangre es de piedra, mi futuro de piedra,

de piedra son los vanos de mi desilusión,

los cabildos urgentes que tratan de mi vida;

mi apellido es de piedra, y mi nombre es de piedra,

y mi sangre es de piedra, mis raíces de piedra…

 

…¿Por qué la vida, entonces, nos vende

a la ceniza…?

miguelvelayos@hotmail.com