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TARÁNTULA. Revista cultural - Desertor es el nuevo poemario de Miguel Velayos

Fecha de publicación: 27/04/2022
Encontrarse con un libro de poesía como Desertor de Miguel Velayos , difícilmente puede regocijar más a este humilde comentador literario. Es tal la necesidad que tiene nuestra época de discursos a la contra, de experiencias compartidas de insumisión a los ejércitos de economistas neoliberales y empresas transnacionales que nos condenan a una pseudovida de simulacros consumistas, que cada uno de los versos de este manual de resistencia poético se me antoja de imprescindible observación y lectura.

Por Javier Cristóbal, poeta y crítico literario.

[ENLACE A LA RESEÑA]

Ya desde el principio asistimos a una auténtica enmienda a la totalidad de la Modernidad, del  mundo que se ha ido constituyendo a partir de los ganglios infectados del cogito cartesiano. No podemos olvidar que es desde ese momento que empezaron a sentarse las bases del único programa político que venimos padeciendo, y que más allá de los espejismos que nos proporcionan las mentirosas opciones partidistas de las democracias liberales, no es otro que la omnipotencia de lo humano, la ausencia de límite alguno en la relación del hombre consigo mismo  y con los elementos de la vida.

El poeta articula esta radical ausencia de sentido en las diferentes partes del poemario que van constituyendo así una serie de deserciones ineludibles.

Para empezar, en la primera parte del libro, que lleva por título Desertor se propone una deserción de la identidad, entendida ésta como un repliegue fraudulento de la subjetividad construida desde afuera e interiorizada sin crítica posible por los sujetos del capitalismo de ficción. El primer fogonazo aparece entonces en el riesgo de fuga:

“Existe un alto riesgo de fuga

de mí mismo…

de evadirme, despacio, con mi sombra,

y limar, lentamente, mis barrotes,

saliendo para siempre

del nombre que vigila

mi aislamiento…”

Pero son más las deserciones que el poeta tiene que sostener una vez que consigue librarse de su existencia especular en la realidad administrada. Así, en la segunda parte, “El oficio”, ha de producirse una deserción igualmente liberadora y dolorosa de la tentación del éxito social, que no es otra cosa en la mirada lúcida del buscador de sí mismo, que la máxima expresión de la alienación vital.

“Perder es un oficio muy mal remunerado en estos días.

Requiere muchos años repujar una pieza de dolor,

cincelar una talla de ausencia con barniz…

…Terminar las estatuas oscuras de la muerte…”

Y en este avance insurrecto hacia la autenticidad es necesaria todavía una última deserción, quizá la más difícil de todas. Si como decía John Keats en su Oda a una urna griega: Beauty is truth, truth beauty, no nos queda más remedio que desertar con todas sus consecuencias del falseamiento de la vida producido por el mercado y sus omnipresentes representaciones. Es el turno de “Proletaria Belleza”.

Baudrillard advertía de que en la posmodernidad “el simulacro precede a la existencia”, es decir, que se ha agotado toda posibilidad de una relación no mediada con el mundo ya que éste ha desaparecido en favor de su recreación en las pantallas. No es posible por tanto la belleza en las experiencias virtualizadas por la sencilla razón de que son falsas

“La belleza es un himno inaprensible,

pero se encuentra aquí, aullando entre nosotros,

como una mala bestia.

Atrévete a mirarla

y te dará la vida…”

Y al final del camino queda todavía un último e importante esfuerzo para el desertor: superar la tentación del nihilismo. Con el cuerpo agotado y la mirada extraviada por el desierto, con las heridas del desprecio supurando en los vértigos de la conciencia, ha de ser capaz de construir la esperanza. Y de eso se ocupa Velayos en la última parte del libro, cuyo título, “Semillas”, no puede ser más revelador de la necesidad de alumbrar el futuro. Pero no se trata de cualquier tipo de esperanza. No es desde luego la estúpida creencia en el mejor de los mundos, ni los bobalicones eslóganes de los seguidores de la Nueva Era. Como dice Vaclav Havel en la certeramente elegida cita que cierra el libro “La esperanza no es la convicción de que todo va a salir bien, sino la seguridad de que tiene sentido lo que hacemos sin preocuparnos de los resultados”

“El amor nos convence de que existe en el mundo

lugar para nosotros.

No siempre se consigue un pequeño rincón

donde, a solas, nos trate la belleza

No siempre se consigue. El ensayo es hermoso,

la tentativa, digna.”

En estos tiempos de deshonestidad vergonzante en el ámbito editorial de la poesía, donde algunos editores no tienen reparos en reconocer que uno de sus criterios fundamentales para la selección de una obra es el número de followers que tiene un autor en sus redes sociales, se hace todavía más necesario destacar el gran trabajo de José María de la Quintana como esforzado divulgador de la mejor poesía en la Editorial Amargord, y celebrar como merece la aparición en su catálogo de este imprescindible manual poético de resistencia.

Salud, desertores.

miguelvelayos@hotmail.com