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Prensa

REVISTA LITERARIA "TALLER IGUTUR" - Artículo sobre la obra de Miguel Velayos

Fecha de publicación: 12/02/2023
Por Carmen Bulzan, Catedrática y doctora en sociología en la Universidad de Bucarest

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Conocí a Miguel Velayos en Salamanca, en 2012, con el motivo del ENCUENTRO DE LOS POETAS IBEROAMERICANOS, una acción coordinada por el poeta Alfredo Pérez Alencart, catedrático en la Universidad de Salamanca, España. En esa ocasión, discutí con él sobre la poesía y el efecto terapéutico de escribirla y leerla. Recuerdo las experiencias que me contó de su vida como maestro en educación de los adultos. Teníamos también este aspecto en común, no sólo la poesía, porque también yo estaba trabajando en el Departamento de la formación de los profesores en la Facultad de Psicología de la Universidad de Bucarest, Rumania.

Un año después, en 2003, recibí de él un libro, POLÍTICA SESION, con dedicatoria: „Para Carmen Bulzan, en estos «días políticos» y en recuerdo de aquellos hermosos días de Salamanca, repletos de poesía y gratas conversaciones. MV

En sus letras me detuve, traduciendo muchas de ellas al idioma rumano. Le escribí entonces que, para mí, la buena poesía es la que te incita, que te vuelvas a una nueva lectura, y eso es lo que desafió a mí su poesía. Sentíamos que estábamos en consonancia con los mismos valores: libertad, paz, tranquilidad, pero también que estábamos interesados en los mismos problemas existenciales: miedo, soledad, pérdida, búsqueda. Como sociólogo, su poesía social me mostró una imagen de la vida diaria en una España que me parecía menos familiar, tal vez de ahí mi mayor interés en su poesía.

„Pasaron los años, como largas nubes en las llanuras”, como dice el poeta Mihai Eminescu, y aquí estamos, en 2023, después de 10 años, retomamos la correspondencia, una señal de que en algún lugar allí, en el pliegue de la memoria, todavía había un recuerdo que se negaba a ser olvidado. Le escribí y me respondió. Le envié la Antología de los poetas rumanos POEMAS PEREGRINOS, la edición bilingüe rumano-español, publicada en Editorial Kult, en 2022, y, a mi gesto, respondió, como de poeta a poeta, enviándome tres de sus libros, dos de poesía: LECCIONES DE ORFANDAD, Cedro, 2015 y OFRENDA O VANIDAD, 2019 y uno de prosa corta: LA CURVA, Editorial Páramo, 2022.

Al recibirlos, dejé todo y me pasé a leer porque sí, la poesía de Miguel Velayos me falté. Comencé con LAS LECCIONES DEL ORFANDAD. La tristeza me envolvió al leer sobre la lúcida tristeza del poeta que busca la metafísica de una realidad: la AUSENCIA. De la falta del padre, del tiempo pasado, de la infancia, incluso de sí mismo, ausente de su propia vida (!), me parecieron significados de lo real que, a través de la lectura, despertaron mi conciencia del estado de aceptación volens-nolens de cualquier ausencia.  La ausencia es la carencia que causa el vacío del alma, parece una muerte desprovista de la esperanza de la resurrección...  ¿Qué nos queda frente a este estado? Tal vez sólo el silencio y la tranquilidad en la que se escribe la poesía curativa, porque, sí, la escritura puede ser un salvador, y los poemas salvan al poeta de una existencia fugaz al inmortalizarlo.

Sólo viviendo estados similares a los del poeta, se puede entender el sufrimiento de aquel que escribe sus poemas con la pluma empapada en lágrimas que secarán en el papel donde se han ensuciado las letras vivas de dolor, sufrimiento, tristeza que son constantes de la vida de cualquiera, en cualquier lugar y en cualquier momento... Me vienen a la mente las palabras de Pedro Salinas Serrano quien escribió: „Los poetas pueden definirse como los seres que mejor saben decir lo que les duele.”

Pero no sólo escribir, sino también olvidar puede ser un remedio, pero no todo a la vez, sino como un supuesto ejercicio voluntario al que el tiempo nos ayudará en su propia misión, la de alejarnos de lo que fue...

En el volumen OFRENDA O VANIDAD, descubrimos a Miguel Velayos el nostálgico después de sus años de infancia, consciente hasta a la médula ósea del paso de los años que siente dolorosamente a través de las pérdidas que su flujo trae. El sueño del Sur, que también yo lo tengo, (representando para mí España), es para Miguel representado por otras tierras, al Sur de mi sur, así como las magnolias de Don Miguel de Unamuno en la Plaza Nueva de Bilbao que soñaban con América, el lugar desde donde habrían sido traídos, quedando a soñar, con las ramas levantadas al cielo, a la Patria mística...

Los poemas están dedicados, casi todos, a un ser querido, ya sea con sombra o sin sombra, lo que trae a la memoria del poeta un recuerdo que desencadena la escritura de los poemas. Y aunque el poeta nos devuelve a lo que ya se ha vivido, a través de la escritura se añade algo: el „no vivido”, debido a la ausencia del personaje. O como dice el filósofo alemán, Martin Heidegger: „sólo cuando volvemos a pensar en lo ya pensado, podemos ser útiles para lo que aún está de pensar". Parafraseando, podríamos extender esta reflexión sobre el pensamiento reflexivo sobre a vivir ya lo vivido, pero la utilidad sólo puede ser tomar posesión de un pasado que rechaza la muerte y que da vida a quien se cree muerto por ausencia, que sólo aparentemente mata. No, la poesía de Miguel Velayos no es de desesperanza, de depresión, de derrumbe en la nada, sino, por el contrario, de lucidez con la que se mira en frente una verdad, incluso dolorosa, que une pensamiento-sentimiento, pasado-presente, recuerdo-sueño, fusionándolos en el instante de inspiración confesional. A través de la escritura, Miguel se cura a sí mismo de todas sus angustias, y nosotros, los lectores, a través de la lectura, en consonancia con las emociones, sentimientos, pensamientos del poeta, esperamos en el mismo efecto curativo de la poesía. Y no olvidemos que la curación comienza con el reconocimiento de la enfermedad, y la Lección de las lecciones de Miguel Velayos es precisamente esa: la de mirar la verdad a la cara, es decir, desde dentro de nosotros, llevarla a la Luz Sanadora a través de la confesión (por escrito, en voz alta), mostrando al mundo su verdadero rostro, incluso el invisible. Miguel Velayos hace precisamente eso. Proyecta rayos de luz para ver también lo invisible, como un faro en la noche que ilumina el camino de los viajeros en el mar inquieto de la vida.

Espero que mis palabras le van a gustar al poeta porque, como dice Miguel, „las palabras que amamos vienen de los demás”.

miguelvelayos@hotmail.com